Nota









Atras  











El apresurado anuncio de las autoridades sobre la presencia de ántrax en un sobre analizado en el Malbrán y la inmediata amplificación del fenómeno en los medios, generaron una ola de miedo en la población. Sin embargo, luego se descubrió que la bacteria encontrada no producía la enfermedad.
 

Después de que, hace algo más de una semana, las autoridades sanitarias anunciaron que el sobre recibido por una mujer en Parque Patricios
proveniente de Miami portaba efectivamente la bacteria que produce el ántrax, se desató en nuestro país una creciente psicosis relacionada con un posible ataque bioterrorista que nos tuviera como blanco.

El efecto puede medirse en cifras: casi 10 mil personas se arremolinaron frente al Hospital Muñiz, presas del miedo y en los cinco días que siguieron al anuncio, se recibieron en ese hospital y en el Instituto Malbrán más de 6 mil cartas para ser analizadas ante la posibilidad de que estuvieran contaminadas.

También, aprendimos algunas cosas: que el ántrax es una zoonosis, esto es una enfermedad infecciosa que se transmite de animales a hombres, que es causada por la bacteria Bacillus Anthracis, un microorganismo que es capaz de producir esporas (formas resistentes que les permiten sobrevivir en condiciones adversas y en estado latente). Que no se contagia de persona a persona, si no únicamente en contacto con productos animales o animales infectados. Que se presenta en tres formas clínicas: infección cutánea, gastrointestinal o pulmonar, siendo estas dos últimas las formas menos frecuentes en humanos. Y que diagnosticada a tiempo es controlable, por medio de antibióticos.

Pero junto con esta información recibimos la otra: que, además de existir la “cepa de campo” o sea la forma natural del bacilo, el ántrax fue largamente investigado para su utilización como arma bacteriológica. Que un programa de la ex Unión Soviética habría preparado más de 2000 variedades diferentes de ántrax para su uso con fines bélicos. Que se desconoce el paradero de ese material de laboratorio.


Las noticias provenientes de Estados Unidos distan de ser tranquilizadoras. Hasta ayer, tres muertes habían sido atribuidas al bacilo: dos trabajadores del correo en Washington (desde donde salió, por ejemplo, el sobre contaminado que recibiera el senador Tom Daschle) y un editor de un periódico en Florida. Sin embargo, de acuerdo a The New York Times, funcionarios de inteligencia de ese país dijeron que no había evidencia concreta que mostrara quién estaba detrás de estos casos, lo cual impide su asociación directa con los atentados a las Torres Gemelas y el Pentágono del 11 de septiembre pasado.

Contra toda cautela, en Argentina se habló rápidamente de “ataque”. Así, pasamos a estar entre los tres elegidos por El Terror como víctimas, junto con Estados Unidos y Kenia (donde luego se reconoció un error en los resultados de laboratorio). El bioterrorismo dejó de ser de película para volverse posibilidad concreta. Alguien (¿quién?) se subió a una avioneta y sobrevoló un barrio de Lomas de Zamora esparciendo un sospechoso polvo blanco, con aspecto de ceniza, que ahora se está analizando.

Pero entonces, la bacteria encontrada en el sobre e inoculada a ratones por científicos del Muñiz y el Malbrán demostró no contagiar la enfermedad. Y el miedo fue reemplazado por la confusión. “Es un disparate hablar del bacilo Anthracis no patógeno”, opina el Dr. Eduardo Vicente Moras, profesor titular de la cátedra Enfermedades Infecciosas de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA. “Es una bacteria patógena, que infecta y eventualmente mata al animal afectado”.

El Dr. Raúl Franco, Jefe de Bacteriología del Hospital Baldomero Somers explica, sin embargo, que “uno de los factores de virulencia de las bacterias reside en la cápsula que
permite que se adhiera a los organismos que infecta. El otro, es la producción de una toxina que puede ser causante de la enfermedad. Si hablamos de un bacilo no patogénico, nos referimos a la falta de virulencia o toxicidad que puede deberse a causas diversas. Por ejemplo, hay bacterias que están en un laboratorio por años y por adecuación al medio de cultivo van perdiendo la cápsula. Sucede en muchas enfermedades que hay cepas patógenas y no patógenas de bacterias que tienen el mismo patrón típico”.

Frente a estas opiniones, quedaría descartado que lo encontrado en el sobre fuera una cepa de campo del bacilo. “Existen variedades mutantes del ántrax”, explica el Dr. Moras, “como la cepa Sterne que debe su nombre a un veterinario que obtuvo justamente una mutante de bacilos acapsulada. Como consecuencia de esa falta de cápsula, el bacilo pierde también capacidad para producir la infección. Por lo tanto, se aprovechó para desarrollar la vacuna. Lo mismo con las cepas Pasteur, que son más agresivas y pueden llegar a producir enfermedad, pero no lo son tanto como la cepa de campo”.

Algunas preguntas surgen naturalmente y quedan sin respuesta: ¿quién pondría de manera intencional en un sobre una bacteria sin capacidad de infección? Y si no fue puesta intencionalmente, si no que el sobre se contaminó casualmente, ¿por qué razones llegaría esta cepa atenuada a una oficina de correos?

Para Moras, es incluso un interrogante por qué un ataque bioterrorista elegiría el ántrax como arma y no opciones más “sencillas”. Por su parte, Franco dice que la forma de aclarar exactamente de frente a qué nos encontramos y su relación con las bacterias detectadas en Estados Unidos es “la prueba RFLP, en la cual se comparan ADNs de distintos bacilos de distintos orígenes. De esta manera se podría determinar si se trata del mismo material genético o de otro”.

Si la investigación del juez federal Rodolfo Canicoba Corral continúa, cabe esperar que terminen de aclararse los cómos y porqués del caso. Mientras tanto, el ministro de Salud Héctor Lombardo, dijo que “habrá que mantener las medidas de prevención contra el ántrax”. Frente a correspondencia de origen dudoso, se recomienda aislarla en bolsas de polietileno y recipientes plásticos herméticos y remitirla la Instituto Malbrán y al Hospital Muñiz. Y se continuará con el proceso de esterilización de la correspondencia oficial, mientras se avanza en la instalación de un equipo ozonizador en el centro postal del Aeropuerto Ezeiza.

Entre el apresuramiento de las autoridades en anunciar el positivo del ántrax y la amplificación desmesurada de los medios en su afán informativo, se reparten las causas del pánico colectivo. Ahora, en medio del desconcierto, ¿primarán la cautela y seriedad?

 




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